martes, 27 de septiembre de 2011

LA DEUDA. THRILLER SÓLIDO A SACO PACO.




Ir a ver una película de John Madden es ir al cine con la mosca tras la oreja. Aun reconociendo las virtudes de “Shakespeare in love”, es esta una película que me deja más bien frío. Calentito en cambio, pero de cabreo e irritación, me deja ese espanto pseudorromántico titulado “La mandolina del capitán Corelli”. Las otras que ha hecho, la verdad, me la sudan bastante. Así que con esta excitante incertidumbre he ido a ver “La deuda”, película basada en una anterior dirigida por el israelí Assaf Berstein.


Pues oigan, no sé qué tal estará la original, pero esta es cojonuda.

Todo empieza con un comando del Mossad formado por tres personas (dos hombres y una mujer) cuya misión es localizar y capturar a un criminal nazi que se esconde en el Berlín Oriental a mediados de los sesenta. Pero las cosas no salen como ellos quieren y las consecuencias de su fracaso les perseguirán a lo largo de los años.

La película es un thriller de espionaje y acción de una intensidad bárbara, más cercana a las novelas de Frederick Forsyth o Robert Ludlum que a las de John LeCarré. El guionista no se anda con las ramas y nos hace saltar de secuencia en secuencia, manteniendo la tensión en todo momento, sorprendiendo e impactando sin dejar que la historia se le vaya de las manos. En ese sentido, “La deuda” es un brillante ejercicio de narrativa fílmica. El espectador nunca se pierde pese a la aparente complejidad de la trama (con saltos en el tiempo y todas esas cosas), y sabe perfectamente lo que ocurre y por qué los personajes hacen lo que hacen, algo que con frecuencia no ocurre en la vida real, donde cada vez tenemos comportamientos más absurdos. Figúrense que el otro día voy a comprar el pan y una señora delante de mí… Bueno, eso se lo cuento luego.

Toda la primera mitad es trepidante y no puede estar mejor contada. Desde el principio sabemos quiénes son esos personajes, qué conflicto hay entre ellos, a qué se enfrentan y cómo pretenden conseguirlo. Y Madden nos lo cuenta yendo al grano, intercalando esta información con breves escenas que nos muestran de qué va todo el lío, sin insultar nuestra inteligencia con largos diálogos expositivos como ocurre, por ejemplo, en “Pa negre” o la última de Indiana Jones.

Claro, en una película con dos hombres y una mujer es inevitable el romance a tres bandas, algo que, en mi opinión (que es infalible y absoluta, pero opinión al fin y al cabo) está algo metido a capón y lastra un poco la intensidad de la trama principal; lo mismo cabe decir de alguna secuencia que, en su afán por crear tensión, el director ha metido sin venir a cuento (me refiero, por ejemplo, a lo que ocurre en la redacción del periódico). También hay que tener en cuenta que es una película que funciona mejor como thriller de acción que como planteamiento moral, por más que la publicidad o la intención del director pretenda hacernos creer lo contrario.

Al margen de estos dos elementos, que entorpecen pero no se cargan una película ejemplar, el reparto se sustenta en una imponente Helen Mirren, un eficaz Tom Wilkinson, un inexpresivo Sam Worthington y ese gran descubrimiento llamado Jessica Chastain, que en sus pocos años de carrera ha demostrado ya una gran versatilidad al ser capaz de hacer películas tan entretenidas como esta y coñazos de tal magnitud como “El árbol de la vida” de Terrence Malick.

En fin, cinéfagos míos: una película casi redonda que no debería pasar desapercibida.

CALIFICACIÓN: 8/10

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