domingo, 22 de noviembre de 2009

2012. LA CATÁSTROFE QUE NO PREDIJERON NI LOS MAYAS


Yo se lo confieso. Se me secaron los ojos de llorar con el final de Armageddon. Me emocioné con el discurso del presidente en Independence Day. Me creí casi todo lo que cuentan en Stargate...

Les cuento esto para que vean que no soy ningún mojigato con las películas de catástrofes y efectos especiales, y que gentuza como Roland Emmerich y Michael Bay (más el primero que el segundo), me han hecho pasar buenos ratos en el cine.

Pero esto no puede ser. 2012 no es una película que cuenta que se acaba el mundo. Es una película en la que deseas que se acabe. ¡PERO MIENTRAS LA ESTÁS VIENDO!

Llama la atención que el coguionista de la película es Harald Kloser, el autor de la apabullante banda sonora. ¿Es que hasta en Hollywood la crisis está llevando a la reducción de plantilla? Y si la música ya es machacona y poco inspirada, el guión no les cuento. Se nota que son de la misma persona. No puede haber más gazapos, más meteduras de pata, más incongruencias ni más situaciones inverosímiles. Y no hablo de que un tío con sólo una clase de avión pueda dar una exhibición de vuelo en condiciones extremas como las que se ven en la película, sino a algo tan sencillo como que alguien sobreviva en el Tíbet en plena noche con un pijama y una sudadera.

La predicción de los mayas es una simple anécdota. El resto es puro derroche infográfico capaz de emborrachar a Ernesto de Hannover. Bolas de fuego por aquí, grietas por allá, y atronador pim pam pum por todas partes.

Dicen que es una película hecha para disfrutar con los efectos especiales. A quien dice eso, yo le replico que los efectos especiales sirven para hacer creíble algo que de otro modo no lo sería. En esta película, sin embargo, HACEN QUE SEA INCREÍBLE. ESAS GRIETAS NO SE LAS CREE NADIE, SON MÁS FALSAS QUE JUDAS. Y ENCIMA CON CHISTECITOS FAMILIARES ENTRE MEDIAS.

Es una película larga, aburrida y mal hecha. Es una película mala. Pero mala, mala, mala... ¿Y qué me dicen del reparto? Roland Emmerich ha declarado que esta es su película más humana, con mayor protagonismo para las emociones y los personajes. ¡PUES CUANDO HABLAN LOS PERSONAJES DAN GANAS DE QUE VUELVAN LAS GRIETAS! Encima, quizás para conseguir esa “humanidad”, en lugar de coger a Bruce Willis o a Silvester Stallone, ha cogido a un mindundi como John Cusack para que haga las cabriolas, saltos y fantasmadas propias de cualquier película de acción con tío cachas todoterreno. Para lo que ha acabado el pobre Cusack, por cierto.

En fin, hagan lo que quieran, pero yo prefiero ponerme en casa el DVD de Aterriza como puedas. Y la comparación les juro que no es gratuita.

CALIFICACIÓN: 3/10

martes, 17 de noviembre de 2009

CELDA 211. ACOJONE EN LA PRISIÓN


Llevo siguiendo a Daniel Monzón desde que me hacía la competencia como crítico de cine. El corazón del guerrero era una fricada muy interesante; El robo más grande jamás contado, una comedia divertidísima; La caja Kovac, miren por dónde, aún no la he visto. Pero con esta su nueva película ha tocado el cielo. O el infierno.

Celda 211, basada en una novela, es una película con un guión casi redondo que parte de una tontería. Un funcionario de prisiones en su primer día resulta herido y sus compañeros, en vez de llevarlo a la enfermería... ¡LO METEN EN UNA CELDA Y LO DEJAN ALLÍ!

¿Por qué hacen esa gilipollez? (iba a decir mamarrachada, pero tengo el día fino). Pues muy sencillo: porque si no, no habría película. Licencia narrativa. Llámenlo como quieran. El caso es que a los guionistas no les queda otra. Funciona. ¡Y cómo!

La tensión se dispara en la primera secuencia y no para de crecer, como las bolsas de palomitas esas que se meten en el microondas. Los giros son constantes y sorprendentes. El ruido también. La situación del pobre protagonista se complica cada vez más, hasta que no sabes por dónde va a salir (en todos los sentidos).

Eso en cuanto a guión, lo que demuestra que Jorge Guerricaechevarría (¿lo he escrito bien?) funciona mejor con Monzón que con Alex de la Iglesia. En cuanto a realización, también impecable. Mucha acción y mucho pifostio. Violencia descarnada y creible. Muy bien.

Pero la fuerza de esta película reside en un personaje y el actor que lo encarna. Un perdedor con un carisma brutal, que capta el ojo del espectador desde su primera aparición y ya no lo suelta hasta el final. Luis Tosar, el eterno cabreado de rostro impasible, da aquí un recital de interpretación y fuerza de esos que se quedan dentro y ya no se olvidan. Malamadre, con sus contradicciones y su complejidad moral, es un personaje para el recuerdo. Sin desmerecer al resto del reparto. Bueno, a algunos sí.

Celda 211 es una película de acción, de género, un thriller carcelario que funciona como un reloj, que entretiene, divierte, agobia, asusta y hace pensar.

El cine español cuando quiere, puede.

CALIFICACIÓN: 8/10

sábado, 14 de noviembre de 2009

STILL WALKING. O LA POESÍA DE LO COTIDIANO


Mientras me pienso muy mucho si voy a ver o no la fantasmada apocalíptica de Roland Emmerich, les cuento que anoche fui a ver la película más valorada por la crítica junto a la magnífica “Up”. Se trata de “Still Walking”, del japonés Hirozaku Koreeda.

Cuenta la historia de una familia que se reúne en casa de los abuelos durante una comida y una cena. Al día siguiente se van todos a su casa. Y ya está.

Vamos, quien quiera ver una historia de ritmo trepidante, con puentes volando, peleas y gritos cada tres minutos, serpientes, lobos y caballería cosaca enfrentándose a tanques, que vaya a ver otra cosa. Pero quien quiera disfrutar de un trozo de historia viva en la que lo que priman son las situaciones reconocibles y la vida familiar con sus pequeños conflictos, ésta es su película. Es como colarse en esa casa y ser testigo directo de la vida de esas personas que, aunque tienen los ojos alargados y comen pescado crudo, no se diferencian en nada de nosotros.

La película es oriental. Con eso digo que no es “La diligencia”. El ritmo es lento, las imágenes cuidadas... el resultado, delicioso.

Tómense un café y vayan a verla. No se arrepentirán.

CALIFICACIÓN: 8/10

LA VIDA INTERIOR DE PAUL AUSTER


Hace muchos años (no tantos teniendo en cuenta mi edad referencial) me enamoré de una película llamada "Smoke", y pensé que el tipo que había escrito eso, un tal Paul Auster, era alguien a quien habría que seguir la pista.

Llámenme cursi, pero a mí esas historias pequeñitas, ese culto ritual a la fotografía y al humo de los cigarrillos, me entusiasmó.

Posteriormente he leido algunas novelas de Auster que me han dejado frío, lo mismo que su siguiente incursión cinematográfica, "Lulu en el puente", o algo así.

Pero el colmo de los colmos llegó hace un par de noches, cuando rescaté en DVD esa cosa suya titulada "La vida interior de Martin Frost". Frost. O sea, congelado. Así me quedé yo con esa historia ridícula sobre un escritor de éxito que se recluye en una casita de campo en el estado de Nueva York y, al amanecer del primer día, se le aparece al lado una musa con el cuerpo y la carita de Irene Jacob.

La película pretende ser de un romanticismo simbólico con tintes oníricos, pero no pasa de la innoble mamarrachada. No sé a ustedes, pero a mí me recuerda a algunas de las tonterías del M. Night Shyamalan, que cuando pretende ponerse solemne provoca la carcajada y cuando quiere ser divertido nos conduce al sonrojo facial.

"La vida interior de Martin Frost" está bien para un relato corto, pero no da para una película. Eso sí, la hija de Auster, que hace un papel, es bastante mona.

Pero vamos a ver, si la película al final nos dice que todo hombre que se pone a escribir lo hace gracias a una mujer que se convierte en su musa... ¿las escritoras qué tienen? ¿¿¿MUSO???

Bobadas.

CALIFICACIÓN: 4/10

viernes, 13 de noviembre de 2009

PRIMER POST, SEA LO QUE SEA ESO

¡Queda inaugurado este blog!

Y por hoy no digo más, que acabo de ver "La señal", con el Ricardo Darín, y el maniqueismo me sale por los pelos de las orejas. Voy a darme una sesión de Billy Wilder, a ver si me calmo la urticaria.

Mañana volveré por aquí a poner a parir al mamarracho de Paul Auster.

¡Hasta mañana!