martes, 17 de noviembre de 2009

CELDA 211. ACOJONE EN LA PRISIÓN


Llevo siguiendo a Daniel Monzón desde que me hacía la competencia como crítico de cine. El corazón del guerrero era una fricada muy interesante; El robo más grande jamás contado, una comedia divertidísima; La caja Kovac, miren por dónde, aún no la he visto. Pero con esta su nueva película ha tocado el cielo. O el infierno.

Celda 211, basada en una novela, es una película con un guión casi redondo que parte de una tontería. Un funcionario de prisiones en su primer día resulta herido y sus compañeros, en vez de llevarlo a la enfermería... ¡LO METEN EN UNA CELDA Y LO DEJAN ALLÍ!

¿Por qué hacen esa gilipollez? (iba a decir mamarrachada, pero tengo el día fino). Pues muy sencillo: porque si no, no habría película. Licencia narrativa. Llámenlo como quieran. El caso es que a los guionistas no les queda otra. Funciona. ¡Y cómo!

La tensión se dispara en la primera secuencia y no para de crecer, como las bolsas de palomitas esas que se meten en el microondas. Los giros son constantes y sorprendentes. El ruido también. La situación del pobre protagonista se complica cada vez más, hasta que no sabes por dónde va a salir (en todos los sentidos).

Eso en cuanto a guión, lo que demuestra que Jorge Guerricaechevarría (¿lo he escrito bien?) funciona mejor con Monzón que con Alex de la Iglesia. En cuanto a realización, también impecable. Mucha acción y mucho pifostio. Violencia descarnada y creible. Muy bien.

Pero la fuerza de esta película reside en un personaje y el actor que lo encarna. Un perdedor con un carisma brutal, que capta el ojo del espectador desde su primera aparición y ya no lo suelta hasta el final. Luis Tosar, el eterno cabreado de rostro impasible, da aquí un recital de interpretación y fuerza de esos que se quedan dentro y ya no se olvidan. Malamadre, con sus contradicciones y su complejidad moral, es un personaje para el recuerdo. Sin desmerecer al resto del reparto. Bueno, a algunos sí.

Celda 211 es una película de acción, de género, un thriller carcelario que funciona como un reloj, que entretiene, divierte, agobia, asusta y hace pensar.

El cine español cuando quiere, puede.

CALIFICACIÓN: 8/10

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