lunes, 7 de diciembre de 2009

DOS GRANDES, DOS DECEPCIONES


Queridos y desatendidos seguidores de mi blog:

Esta semana he estado muy liado porque han venido a alicatarme el cuarto de baño de la mansión y el operario ha encontrado un nido de cucarachas que me río yo de Aliens y de Mimic.

Ahora mismo está intentando eliminarlo a punta de soplete, por lo que ustedes comprenderán que para un crítico de cine, que necesita paz y recogimiento a la hora de escribir, esto es un puto coñazo.

Hablando de putos coñazos, he visto las últimas películas de dos directores que admiro (¿o admiraba?). Uno es Sam Mendes y el otro Fernando Trueba.

Del primero poco puedo decir. "American Beauty", "Camino a la perdición" y "Revolutionary Road" son tres obras imprescindibles del cine contemporáneo. Esa otra de la guerra del Golfo tampoco estaba mal, pero no alcanza las cotas de maestría de las tres que acabo de citar. Y como a todos los genios les da por lo mismo, en "Un lugar donde quedarse" ha querido demostrar que también se las arregla bien en el mal llamado cine independiente, con una historia sencilla, un presupuesto mínimo y ninguna estrella en el reparto. La cosa va de una pareja de pringados que se recorren Estados Unidos en busca de un sitio apropiado para tener el hijo que ella lleva en sus entrañas. El resultado es fallido. Mendes intenta equilibrar el drama y la comedia en una suerte de road movie que al final ni chicha ni limoná. El tono humorístico es ridículo y sólo consigue diluir la escasa carga emotiva del relato. Lo bueno es que es cortita, así que le doy un 5 raspao a condición de que el director vuelva a lo de antes.

CALIFICACIÓN: 5/10



Vamos ahora con Fernando Trueba. "El baile de la victoria", seleccionada como saben para representar a España en los Oscar del año que viene, está basada en una novela de Antonio Skármeta. Y, sin haber leído el libro, tengo la sensación de que es el típico caso de buena novela torpemente adaptada al cine. La historia tiene todos los ingredientes para funcionar, pero no funciona. Los personajes están muy logrados, pero las situaciones dramáticas se me hacen distantes y artificiosas, falsamente líricas, con momentos bochornosos. Sólo salvo la interpretación de Ricardo Darín, un tipo al que es imposible perder de vista (y no lo digo porque de un tiempo a esta parte esté hasta en la sopa, sino porque tiene un magnetismo, una exactitud en los gestos y una perfección en su forma de interpretar que enamora al más gélido de los críticos. O sea, a mí)

El baile de la victoria tenía todas las papeletas para ser una gran película. Pero no lo es.


Otro cinco pelao.

CALIFICACIÓN:5/10

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