sábado, 29 de octubre de 2011

EVA





Me debo de estar haciendo viejo, porque últimamente las películas que todo el mundo pone por las nubes a mí me dejan más frío que la cámara criogénica en la que duermo.

La que nos ocupa no es la excepción.


Algunos colegas a los que respeto y otros a los que detesto, si bien todos ellos me detestan a mí, dicen de la opera prima de Kike Maíllo que es una película espléndida, que sorprende, que innova y que se sale por completo de los patrones del cine patrio para meterse en territorios estéticos y temáticos más propios del cine americano.


Yo creo que sí, pero que no.

EVA es, en efecto, una propuesta novedosa. Una historia ambientada en un futuro próximo, donde la robótica es una realidad y donde los humanos conviven con los androides, a los que utilizan como divertimento o para el sector servicios (o sea, para que te arreglen una lámpara o te hagan una sopa).

Es innegable el talento para crear ese mundo a medio camino entre el presente y el futuro, con esas máquinas tan humanas, incluyendo el gato androide, que es de lejos lo más interesante de una cinta que deriva en un drama amoroso triangular con niña de por medio al estilo de Secretos del corazón de Montxo Armendáriz, con la diferencia de que aquí los secretos se ven venir desde el primer fotograma y el corazón está más puesto en el exhibicionismo técnico, que si es cierto que no apabulla en ningún momento, resulta más interesante que los conflictos personales de la historia.

No dejar de resultar paradójico que en una película en la que hay robots y hay personas, sean estas últimas las que contribuyan a que la película resulte fría, falsa y artificial. Porque aunque los actores ponen todos de su parte, no parecen creerse una coma del drama que les toca protagonizar. Tampoco veo que saquen partido a algo tan interesante (y también tan trillado) como el supuesto problema ético que plantea la creación de una forma de vida cibernética, con sus anhelos, sus emociones y todas esas cosas que tan bien trataron Philip K. Dick y Asimov en la literatura y Ridley Scott en dos de sus mejores películas.

Una última cosa: Lluis Homar en su papel de androide para todo resulta tan divertido y entrañable como patético e irrisorio.

Por hacer un símil tecnológico les diré que aunque me entretuve con la ambientación y la parafernalia robótica, desconecté de EVA a la media hora exacta.

Una pena, pues tenía ciertas esperanzas puestas en esta película.

PUNTUACIÓN: 5/10

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